Recuerdos de guerra
La abuelita decía que cuando el abuelito venía de una batalla y aparecía por la puerta con su “capote” echado y todo sucio, daba miedo verle. Venía con barba larga, moreno, bueno casi negro por el sol y tan sucio que una noche al llegar a casa y llamar a la puerta, la abuelita le cerro “la puerta en sus propias narices” pues la pobre no le reconoció.
Ella contaba que siempre vivían con una continua amenaza de que los moros invadieran Melilla y en los momentos más difíciles y con tanto “niño chico”, tenia unas cuerdecitas o cadenitas en las que los niños llevaban escrito su nombre y donde vivían por si había una guerra para que alguien, si los encontraba, supiera donde llevarlos.
Como son estas cosas. Cómo se van grabando en la cabeza de las personas. Ya que cuando nacieron mis niños todos llevaban una plaquita de plata con su nombre, dirección y teléfono colgando del cuello hasta que fueron bien mayores. Ahora lo pienso y seguro que fue la abuelita quién me metió esto en la cabeza.
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