18/08/2006 Japón
Hoy nos hemos levantado tarde, a eso de las 10:00. Salimos hacia Ikkebukuro que está a unas 6 estaciones de Yamanote al norte de Shibuya. Hace un calor de bolas porque ha salido el sol. Por suerte vamos a estar dentro de edificios casi todo el día así que no pasa nada.
Llegamos y nos metemos directamente del metro a los almacenes Seibu. Es una especie del corte inglés pero a lo bestia. Tres edificios contiguos de unos 500m de largo con 8 plantas el más alto y 6 los pequeños. Hay de todo.
En la planta baja paseamos por el mercado viendo la comida. Pescados impresionantes y superfrescos. Dan ganas de comprarlos y comérselos ahí mismo a bocados. Zona de pastelería con mil y un bocaditos perfectamente empaquetados. Siempre hay alguna cosita que probar.
Junto a la frutería hay un kaitesn Shushi (de esos con barra que transporta platillos de colores). Parece haber gente así que entramos. Está lleno y el camarero nos invita a esperar fuera. Como no entendemos nos ponemos en la puerta así que el sale el camarero y no señala a la derecha una fila de sillitas, algunas ocupadas, donde se sienta la gente a esperar a que halla sitio. Muy cómodo. Pronto veremos que en casi todos los restaurantes de grandes almacenes ocurre lo mismo.
Mientras esperamos vemos la zona de verduras. Como siempre empaquetados perfectos y verduras muy bien colocadas y caras. Para muestra un botón: un ajo, si, UN ajo… 480 yen!!!!!
El shushi es de muy buena calidad y barato Comemos unos 15 platillos de todo un poco. Entre ellos se cuela uno de nato que es una pasta asquerosa de judías de soja con pegamento. Lo dicho, prácticamente vomitable. Menos al que hay jengibre a raudales para matar el sabor.
Y tras salir llenos como pelotas nos dedicamos a recorrer las plantas del edificio. Mucha ropita y complementos a precios muy variados. Hay además boutiques de todas las marcas: desde japonesas como Issey Miyagi a Italianias del tipo Miu-Miu o españolas como Sibila. Por supuesto las megacaras tipo Cartier o Prada donde puedes entrar a mirar y serás atendido como uno más sin fijarse en si vienes bien o mal arreglado.
En las últimas plantas hay artículos de papelería para todos los gustos y juguetitos y polladas que harían de esto el paraíso de cualquier escolar: pegatinas, sellos de caucho, gomas, cuadernos, bolis… de todos los tipos y colores pero con una nota kawaii (super mega ultra cute) que está presente en todos los artículos.
En la planta 6 hay una terraza ajardinada en la azotea de los dos edificios más bajos. Hay un par de terracitas y la zona de plantas y peces. En una esquina hay una pecera con peces de colores donde los niños pueden pescar con unas cañitas que les da un señor.
Decidimos salir de Seibu e ir hacia el edificio Sunrise que solía ser el más alto de Asia. Ahora sólo tiene 60 plantas pero en él hay un mirador, restaurantes, museos y hasta un acuario!!!.
Paseando por Ikkebukuro la zona parece Shinjuku pero en pequeño. Mucho neón, mucha gente andando. Al lado este está lo queríamos ver y al oeste hay más restaurantes y el famoso edificio 0101 de City Hunter (para los que hallan visto la serie o leído el manga claro está).
Paramos en una tiendita de libros y manga de segunda mano aunque no compramos nada. Como nota friki en la sección porno hay revistas que rozan la pederastia a la vista de todos. Los japos son la leche.
En fin, que de camino al Sunrise nos topamos con el edificio Toyota Amlux que tiene una expo y concesionario de Toyota. Hay un coche de formula 1, un simulador donde puedes experimentar los nuevos sistemas de seguridad de los coches y un pequeño cine. En él proyectan una peli de la último Robocup. Es la competición internacional de robótica de Japón. Toyota competía en la sección de fútbol con robots humanoides. Su robot era impresionante. Se mantenía en perfecto equilibrio, localizaba la bola sin problemas, se levantaba del suelo y hasta tenía algún movimiento de chulería como apoyarse con los brazos en el suelo y extender una pierna para robar el balón. No había color: ganaron por goleada a todos salvo unos alemanes con los que quedaron 1-2.
El resto de plantas son concesionarios. Pudimos probar todos los coches de Toyota. En general muy amplios y bien acabados y con muchísimos modelos Híbridos además del Prius.
Salimos hacia el Sunrise y un nuevo edificio se cruza en nuestro camino. Es el Animate: siete plantas de manga, anime y merchandise. Si me llega a pillar esto con 10 años menos se me funden los plomos. Ahora nos limitamos a recorrerlo de arriba abajo viendo la cantidad ingente de manga y muñequitos que tienen. Espectacular.
Y por fin el Sunrise. Como ya es tarde decidimos subir al mirador del piso 60 directamente. Una señorita nos da acceso al ascensor y pulsa el botón por nosotros. En cuanto se cierran las puertas se apaga la luz y con luz negra se iluminan las paredes y una música new age hace que parezca que estamos en el transportador de Scotty de Star Trek. Subimos los 60 pisos en menos de un minuto.
El mirador ofrece una vista de Tokio impresionante. Lástima que la bruma no deje ver las montañas. Tiene ventanas a las que asomarte y disfrutar de la vista. Como curiosidad en la azotea de un edificio hay un circuito de autoescuela donde practicar giros., rampas y aparcamientos.
Unas escaleritas en el centro del edificio dan a la azotea exterior. La misma vista pero sin cristales y mucho aire. Dos policías inmóviles vigilan que no pase nada. Aunque viendo el sistema de rejas que tienen parece improbable que alguien se tire…
Tras esto de nuevo a Shibuya. Nos cambiamos y esta vez decidimos ir a la zona de baretos de japoneses y meternos en el primero que encontremos. Uno tiene carta medio en inglés así que allá que vamos.
Pedimos cervecitas y tapas para ir picando. Es un concepto muy similar al español. Los bares suelen ser muy reducidos y muchos de ellos no tienen ventanas al exterior. Algunos tienen barra donde sentarte a tomar algo mientras tapeas a la japonesa (pequeños platitos con encurtidos, trocitos de pescado, pinchitos “teriyaki”…). Suele tomarse cerveza muy fría similar a la española (marcas hay mil pero así conocidas tenemos Kirin o Ashahi).
El bar en el que entramos no tenía barra pero si unas mesitas bajas donde nos sentamos. AL cabo de una media hora, el camarero nos pidió cambiar a la mesa de al lado para poder juntar dos porque venía un grupo grande. Así que el bar llenó sus seis mesitas.
El grupo resultó ser un grupo de ocho amigos/as que venían a pasar el rato tomando unas copas. Para empezar una botellita de Tankerai a la mitad. La botella voló y en seguida trajeron otra. El volumen de voz iba subiendo y el cachondeo en la misma medida. No se cómo pero de repente estábamos sacándonos fotos con ellos y tomando sake mientras charlábamos.
Una de ellas hablaba bien el inglés. Había estado trabajando en Francia un año así que nos pudimos entender gracias a ella y al poco inglés que hablaban los demás. Definió a sus amigos como “drinking friends” y había de todo, desde los 24 suyos a los 35 de un tipo muy majo que tocaba en un grupo de rock, los “Rock & Roll Gipsies” y que nos comentó que el mejor grupo de rock japonés era “Rooster”, los Gallos.
Yo me tomé un sake que venía en un vaso alto dentro de uno cuadrado de madera. Lo que desbordaba del vaso caía en el de madera y de ahí lo pasabas al vaso de nuevo. Sin saber cómo ya me habían llenado otro vaso los japoneses así que llevábamos un pedillo alegre como ellos. Hablamos de todo, de baseball, football, de Japón y sus viajes, de ellos) uno trabajaba como ayudante en la televisión Fuji). Hasta nos recomendaron un festival de rock pero creo que se nos iba de tiempo. El siguiente lunes estarán por ahí también así que intentaremos pasarnos.
De vuelta al Fukudaya en 5 minutos y a dormir que mañana salimos para Hiroshima.
Jaime y Afsoon
Llegamos y nos metemos directamente del metro a los almacenes Seibu. Es una especie del corte inglés pero a lo bestia. Tres edificios contiguos de unos 500m de largo con 8 plantas el más alto y 6 los pequeños. Hay de todo.
En la planta baja paseamos por el mercado viendo la comida. Pescados impresionantes y superfrescos. Dan ganas de comprarlos y comérselos ahí mismo a bocados. Zona de pastelería con mil y un bocaditos perfectamente empaquetados. Siempre hay alguna cosita que probar.
Junto a la frutería hay un kaitesn Shushi (de esos con barra que transporta platillos de colores). Parece haber gente así que entramos. Está lleno y el camarero nos invita a esperar fuera. Como no entendemos nos ponemos en la puerta así que el sale el camarero y no señala a la derecha una fila de sillitas, algunas ocupadas, donde se sienta la gente a esperar a que halla sitio. Muy cómodo. Pronto veremos que en casi todos los restaurantes de grandes almacenes ocurre lo mismo.
Mientras esperamos vemos la zona de verduras. Como siempre empaquetados perfectos y verduras muy bien colocadas y caras. Para muestra un botón: un ajo, si, UN ajo… 480 yen!!!!!
El shushi es de muy buena calidad y barato Comemos unos 15 platillos de todo un poco. Entre ellos se cuela uno de nato que es una pasta asquerosa de judías de soja con pegamento. Lo dicho, prácticamente vomitable. Menos al que hay jengibre a raudales para matar el sabor.
Y tras salir llenos como pelotas nos dedicamos a recorrer las plantas del edificio. Mucha ropita y complementos a precios muy variados. Hay además boutiques de todas las marcas: desde japonesas como Issey Miyagi a Italianias del tipo Miu-Miu o españolas como Sibila. Por supuesto las megacaras tipo Cartier o Prada donde puedes entrar a mirar y serás atendido como uno más sin fijarse en si vienes bien o mal arreglado.
En las últimas plantas hay artículos de papelería para todos los gustos y juguetitos y polladas que harían de esto el paraíso de cualquier escolar: pegatinas, sellos de caucho, gomas, cuadernos, bolis… de todos los tipos y colores pero con una nota kawaii (super mega ultra cute) que está presente en todos los artículos.
En la planta 6 hay una terraza ajardinada en la azotea de los dos edificios más bajos. Hay un par de terracitas y la zona de plantas y peces. En una esquina hay una pecera con peces de colores donde los niños pueden pescar con unas cañitas que les da un señor.
Decidimos salir de Seibu e ir hacia el edificio Sunrise que solía ser el más alto de Asia. Ahora sólo tiene 60 plantas pero en él hay un mirador, restaurantes, museos y hasta un acuario!!!.
Paseando por Ikkebukuro la zona parece Shinjuku pero en pequeño. Mucho neón, mucha gente andando. Al lado este está lo queríamos ver y al oeste hay más restaurantes y el famoso edificio 0101 de City Hunter (para los que hallan visto la serie o leído el manga claro está).
Paramos en una tiendita de libros y manga de segunda mano aunque no compramos nada. Como nota friki en la sección porno hay revistas que rozan la pederastia a la vista de todos. Los japos son la leche.
En fin, que de camino al Sunrise nos topamos con el edificio Toyota Amlux que tiene una expo y concesionario de Toyota. Hay un coche de formula 1, un simulador donde puedes experimentar los nuevos sistemas de seguridad de los coches y un pequeño cine. En él proyectan una peli de la último Robocup. Es la competición internacional de robótica de Japón. Toyota competía en la sección de fútbol con robots humanoides. Su robot era impresionante. Se mantenía en perfecto equilibrio, localizaba la bola sin problemas, se levantaba del suelo y hasta tenía algún movimiento de chulería como apoyarse con los brazos en el suelo y extender una pierna para robar el balón. No había color: ganaron por goleada a todos salvo unos alemanes con los que quedaron 1-2.
El resto de plantas son concesionarios. Pudimos probar todos los coches de Toyota. En general muy amplios y bien acabados y con muchísimos modelos Híbridos además del Prius.
Salimos hacia el Sunrise y un nuevo edificio se cruza en nuestro camino. Es el Animate: siete plantas de manga, anime y merchandise. Si me llega a pillar esto con 10 años menos se me funden los plomos. Ahora nos limitamos a recorrerlo de arriba abajo viendo la cantidad ingente de manga y muñequitos que tienen. Espectacular.
Y por fin el Sunrise. Como ya es tarde decidimos subir al mirador del piso 60 directamente. Una señorita nos da acceso al ascensor y pulsa el botón por nosotros. En cuanto se cierran las puertas se apaga la luz y con luz negra se iluminan las paredes y una música new age hace que parezca que estamos en el transportador de Scotty de Star Trek. Subimos los 60 pisos en menos de un minuto.
El mirador ofrece una vista de Tokio impresionante. Lástima que la bruma no deje ver las montañas. Tiene ventanas a las que asomarte y disfrutar de la vista. Como curiosidad en la azotea de un edificio hay un circuito de autoescuela donde practicar giros., rampas y aparcamientos.
Unas escaleritas en el centro del edificio dan a la azotea exterior. La misma vista pero sin cristales y mucho aire. Dos policías inmóviles vigilan que no pase nada. Aunque viendo el sistema de rejas que tienen parece improbable que alguien se tire…
Tras esto de nuevo a Shibuya. Nos cambiamos y esta vez decidimos ir a la zona de baretos de japoneses y meternos en el primero que encontremos. Uno tiene carta medio en inglés así que allá que vamos.
Pedimos cervecitas y tapas para ir picando. Es un concepto muy similar al español. Los bares suelen ser muy reducidos y muchos de ellos no tienen ventanas al exterior. Algunos tienen barra donde sentarte a tomar algo mientras tapeas a la japonesa (pequeños platitos con encurtidos, trocitos de pescado, pinchitos “teriyaki”…). Suele tomarse cerveza muy fría similar a la española (marcas hay mil pero así conocidas tenemos Kirin o Ashahi).
El bar en el que entramos no tenía barra pero si unas mesitas bajas donde nos sentamos. AL cabo de una media hora, el camarero nos pidió cambiar a la mesa de al lado para poder juntar dos porque venía un grupo grande. Así que el bar llenó sus seis mesitas.
El grupo resultó ser un grupo de ocho amigos/as que venían a pasar el rato tomando unas copas. Para empezar una botellita de Tankerai a la mitad. La botella voló y en seguida trajeron otra. El volumen de voz iba subiendo y el cachondeo en la misma medida. No se cómo pero de repente estábamos sacándonos fotos con ellos y tomando sake mientras charlábamos.
Una de ellas hablaba bien el inglés. Había estado trabajando en Francia un año así que nos pudimos entender gracias a ella y al poco inglés que hablaban los demás. Definió a sus amigos como “drinking friends” y había de todo, desde los 24 suyos a los 35 de un tipo muy majo que tocaba en un grupo de rock, los “Rock & Roll Gipsies” y que nos comentó que el mejor grupo de rock japonés era “Rooster”, los Gallos.
Yo me tomé un sake que venía en un vaso alto dentro de uno cuadrado de madera. Lo que desbordaba del vaso caía en el de madera y de ahí lo pasabas al vaso de nuevo. Sin saber cómo ya me habían llenado otro vaso los japoneses así que llevábamos un pedillo alegre como ellos. Hablamos de todo, de baseball, football, de Japón y sus viajes, de ellos) uno trabajaba como ayudante en la televisión Fuji). Hasta nos recomendaron un festival de rock pero creo que se nos iba de tiempo. El siguiente lunes estarán por ahí también así que intentaremos pasarnos.
De vuelta al Fukudaya en 5 minutos y a dormir que mañana salimos para Hiroshima.
Jaime y Afsoon
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